Felipe Lozano director de la Casa Museo Alfonso López
Pumarejo en Honda Tolima, en una de las
actividades que se desarrolla allí, se encuentra la pieza del mes, y la de
octubre la denomino ¿Burro muere en
accidente aéreo?, e hizo la invitación al público en general el pasado 4 de octubre del presente año, y dos de los
invitados para disertar sobre el tema fueron el biólogo Luis Enrique Larrota y
el arquitecto Rodrigo Valencia Bonilla. El primero por vivir cerca en la
actualidad al sitio de los acontecimientos, y el otro por su bagaje histórico
sobre la ciudad.
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Los presentes escuchamos atentos las
memorias de estas dos personas, quienes narraban de acuerdo a su tradición oral
esta leyenda. Inquieto en ahondar sobre el tema me acorde haber leído algo en
el periódico Pro-Honda, donde fui colaborador, y en mi archivo personal los encontré, he aquí lo narrado.
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Humberto Ávila Rodríguez, narra, “Era un lunes, exactamente el 23 de agosto de
1943, cuando a eso de las diez de la mañana aparecieron dos veloces aviones
Hawk de caza revoleteando sobre la ciudad y ejecutando acrobacias y maniobras increíbles
a baja altura sobre el centro comercial
y a lo largo del rio Guali. Por fin uno de uno de los aviones, se elevo y se
dirigió a Mariquita, mientras el otro continuaba con su operación suicida y
volando en dirección al puente Pearson y a la altura de la Mesa de los
Palacios, quiso hacer un medio “looping”, pero debido a la poca sustentación de
estos aparatos por sus alas cortas, cuando pierden velocidad, no pudo lograr su
posición horizontal y se estrello contra una casa de la cuesta San Francisco,
contigua a la casa de Tesmistocles Amaya, recogiendo y arrugando el techo como
si fuera una hoja de papel y dejando incrustado su motor. Mientras el resto de
la maquina, o sea el fuselaje, caía sobre la cuesta con el piloto atado dentro
de la carlinga y con el tren de aterrizaje hacia arriba. Como dato curioso, fue
el de un burro que estando allí en la cuesta, se salvo milagrosamente, porque
apenas fue rozado por el extremo de unas de las alas del aparato y se quedo en
el mismo sitio tan campante como si nada hubiera ocurrido. El piloto
accidentado era el subteniente Marco A. Espinoza. ”. (1).
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Arnoldo Guerra, afirma, “Un lunes de
enero de 1944, en la época en la cual Concha la Macha se ganaba la vida
vendiendo leña, cuyas cargas transportaba a lomo de dos burros. Amarro sus dos
burros de los travesaños de la cuesta San Francisco, a mano derecha, y a eso de
las de las diez y media de la mañana, un avión AT-6 de la base de la fuerza
aérea de palanquero, que era piloteado por un teniente de apellido Espinosa,
que había venido hacerle piruetas y demostraciones a una hermosas joven hondana
de apellido Vergara. Se accidento sobre la casa que ocupaba el señor Moisés
Aguirre, habiendo quedado el motor del avión incrustado en las paredes de la
residencia y el resto del cuerpo del avión se precipito sobre los burros que
estaban amarrados precisamente en la cuesta de San francisco, y de esta forma
se salvo milagrosamente el teniente Espinosa”. (2).
Bueno, aunque existen algunas
incongruencias entre los dos cronistas, como el año, el mes del suceso, el
avión, la cantidad de burros. Coinciden
en testimoniar sobre el hecho, lo cual no es leyenda, sino historia , con un final
feliz, el burro no murió
Ahora me corresponde ahondar y
acercarme más a este suceso histórico,
que debe encontrarse en los periódicos nacionales de la época, ya que en ese
entonces Honda, era una ciudad de gran relevancia económica, social, cultural y
aérea, y hoy un remanso de paz y turístico.
(1).
RODRIGUEZ Ávila Humberto (1998). Alas sobre Honda. Periódico Pro-Honda. Año
XXIX. No 298. Julio. Bogotá. página 8
(2).
GUERRA Arnoldo (2003). Dos episodios de la
vida de la Cocha la Macha. Periódico Pro-Honda.
Año XXXV No 326. Diciembre.
Bogotá. Página 12