lunes, 24 de mayo de 2021

Este niño chiquito es mi Papá por Lucio Rodríguez Londoño

Lucio Rodíiguez Galindo. 

 
"Este niño chiquito es mi papá. El mismo niño travieso por el que muchos no darían un peso. Tan inquieto que una vez casi se ahoga en el río Magdalena.
 A orillas de este río quedaba esta casa de bahareque donde mi papá creció, en una ciudad (no se le podía decir pueblo) que se llama Honda. 
Este niño es mi papá. Y es el mismo niño que fundó la carrera de zootecnia en Colombia. 
Fue además el primer especialista en Avicultura en el país gracias a una beca en Michigan State University. 
Era pepa, tenía un humor particular, sencillo y aunque de pocos amigos y sin un solo familiar conocido por mi, dejó un legado en sus amigos, compañeros, estudiantes y mi familia. Un legado que queda guardado y que será recordado siempre especialmente" 
 

sábado, 8 de mayo de 2021

A mis noventas años, hoy es día para agradecer Por Néstor Hernando Parra Escobar

Néstor Hernando Parra Escobar
7 de mayo de 1931 -
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A MIS NOVENTA AÑOS Hoy es un día para agradecer: -A mis padres que unieron sus cromosomas para darme vida en la cálida Ciudad de los Puentes, anidado primero en el vientre de mi abnegada madre, en su regazo después, y de su mano hasta que, gracias a su amor y a su intuición, supo ponerme en los rieles de mi destino hasta el punto de ser quien soy, he sido y sigo siendo. También a mi padre, amigo y consejero.

 -A mis seis hijas, a mis dos hijos, y a sus respectivas madres ejemplares, que me proyectan a la eternidad a través de su existencia y su descendencia esparcida por diferentes latitudes: siete nietas y seis nietos, cuatro bisnietas y dos bisnietos, a espera del tercero próximo a ver la luz mediterránea. Todos ellos, junto con mis nueras y yernos, mi hermano y mis hermanas con quienes comparto los genes de mi padre, y mi cuñado, conforman el grupo familiar que, gracias a Dios y a las Fuerzas del Universo, disfrutan de la vida, cada uno a su manera, y a quienes incluyo diariamente en mis íntimas oraciones.

 -A mis profesoras y profesores de todos los niveles educativos que me aportaron conocimientos, en especial a quien, además de amigo, fue mi referente intelectual y ético. Ellos me ayudaron a afianzar principios y valores heredados de mis padres, a reconocer mis errores, a pedir perdón cuando he ofendido con mis actos, también a perdonar, a valorar la solidaridad, respetar y reconocer la dignidad de los demás, comenzando por la de mis hijos, a perseguir las efímeras verdades, repudiar fanatismos, inmunizarme contra el odio y la envidia, a no enjuiciar al prójimo.

 -A mis jefes, compañeras y compañeros de trabajo, colegas y colaboradores en mi despacho particular, en las empresas privadas y en el sector público, donde dejé huellas de mi honestidad y de mi entrega a las causas de bien común a las que me apliqué con devoción y firmeza, con especial énfasis al desarrollo de mi región tolimense y del talento humano mediante la democratización de la educación y el conocimiento.

 -A amigos que me ayudaron a abrir claraboyas, ventanas y puertas que me llevaron a transitar caminos que me aportaron vivencias y experiencias que me enriquecieron y siguen avivando mi tránsito vital. Amigas y amigos que han divulgado mis escritos haciéndolos perdurables. Y a quienes han decorado mi pecho con medallas de exaltación.

 -Al personal sanitario -científicos, profesionales y técnicos- que me han ayudado a superar o convivir con morbilidades, también a reponerme de daños en mi estructura ósea o a restaurar órganos de los sentidos gracias a la tecnología médica y a la ingeniería biogenética. 

Sé que el camino por recorrer es corto por lo que trataré de saborear cada día lentamente, consciente de mis limitaciones propias de la fatiga del largo camino recorrido, seguiré implorando en mis oraciones librarme de la decrepitud y no hacer más pesado el cuidado y la amorosa ayuda que recibo de mis seres queridos con quienes comparto mi rutina diaria.

 En mi intimidad, espero seguir disfrutando de todos y cada uno de mis seres queridos, y recibiendo el caluroso afecto de los más cercanos. Finalmente, aspiro a que ningún miembro de mi familia se avergüence de mí.

 Néstor Hernando Parra Escobar Valencia