–Siempre he sido entrador, hago amigos donde voy. En el
Camilo me fue muy bien con las viejas. Antes sólo había tenido experiencia con
una prostituta que me pagó mi papá, en Honda, Tolima. Un día me dijo que nos
íbamos los dos solos a un paseo. Se me hizo muy raro, y resultó ser para eso.
Pero ya luego yo hice mis propias amigas, muchas, y eso que vivía con la cara
raspada porque me caía por las trabas; pero aun así tenía éxito. Y en ambientes
de trago y drogas, ellas lo daban fácil.
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