lunes, 15 de junio de 2015

A la prensa escrita, Manuel Murillo Toro, demostró la dignidad de un gobernante, en vez de censurarla, chuzarla,amenazarla o desaparecerla

Manuel Murillo Toro
Foto tomada de http://elgranlegado.com/perfiles/manuel_murillotoro/
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Se requiere tener mucho valores, de esos que inculcan desde el hogar, para dar una respuesta, como la dio Manuel Murillo Toro cuando era Presidente de nuestra República y era vilipendiado por la oposición. Y no respondió,  como presuntamente responden algunos mal llamados dirigentes, quienes gobiernan desde villorrios, o pequeños caseríos, ciudades, y el país y responden a la critica con amenazas, y en el peor de los casos con la muerte.


A mediados del siglo XIX,  arreciaron fuertes críticas contra  Manuel Murillo Toro, quien ostentaba el cargo de Presidente, él, no salió como han hecho algunos que han ocupado dicho cargo, el con Dignidad, no puso al DAS a perseguir a sus contradictores, dio un ejemplo de lo que es ser el principal funcionario público en el país, he aquí la respuesta a los epítetos y  duras criticas que recibía el mandatario.
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"Bogotá, mayo 7, 1864

Señor
Editor de El Independiente

Remito a usted el valor de la suscripción a su periódico por un trimestre. Aunque se ha presentado con lanza en ristre contra mí, saludo sinceramente su aparición y le deseo larga vida. Sin imprenta que refleje con toda libertad los diferentes matices de la opinión, es imposible administrar con mediano acierto. Además, es del más alto interés que cale bien en nuestras costumbres la asistencia de la imprenta como medio de formar el criterio nacional, como para realizar el gobierno de la opinión.

Por esta razón, cuando el gobernante o administrador tiene la calma para leer todo sin preocuparse de lo que afecta a su persona, lastimando su vanidad o su amor propio, los periódicos que lo atacan o censuran más fuertemente, quizás le sirven mejor que aquellos que lo aprueban o sostienen. (La negrilla es nuestra)

Deseo mucho que tengamos al fin un gran movimiento periodístico que discuta todo y someta los principios y los hombres al crisol de una crítica severa e inexorable, único medio que veo por ahora de moralización; como ustedes se anuncian así, deseo que no desmayen. Por mi parte quiero dar ejemplo de entregar toda mi vida pública, todos mis actos como funcionario público, a la censura de mis conciudadanos; no importa que a veces sean injustos o apasionados: Y como creo que el hombre público pertenece en todo y por todo a la sociedad, no vacilo en decir que admito también con gusto y por convicción la censura o examen en la vida privada. (negrilla nuestra)

Ustedes me harán un gran servicio, ya que me encuentro a la cabeza de la administración, si no solo no guardan contemplación o miramientos con mis propios actos  o conducta, sino también si me ayudan a moralizar el servicio, flagelando en sus columnas a todos los funcionarios que no sean en privado y en público dignos de servir a nuestro incipiente país.

Queda de ustedes afectuosísimo compatriota y atento lector.

Manuel Murillo Toro"
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Tomado de:
AMARILLO Juan. El delgado velo de la mordaza. Periódico El Tiempo. No 32.403. Bogotá. 1 de agosto de 2003, Página. 1-10

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