Desde que regresó al país, alias 'El Químico' ha desatado una venganza contra sus exsocios que tiene en alerta a las autoridades.
“Esta es mi guerra”. Con esta escueta frase define Víctor Patiño Fómeque la cruzada criminal que hoy lidera contra la red de mafiosos que casi una década atrás acabó con más de 30 miembros de su familia: la banda de los hermanos Luis Enrique y Javier Calle Serna, conocidos como Los Comba, que aglutina a los llamados ‘Rastrojos’, con extensiones en Nariño, Cauca, Valle, Antioquia, Cundinamarca, Chocó, Bolívar y Norte de Santander. Esta vez Patiño Fómeque no quiere enfrentar al Estado o a la guerrilla. Únicamente saciar una sed de venganza para cerrar su capítulo pendiente en el mundo del hampa.
El regreso de Patiño Fómeque a la guerra intestina de los carteles de la droga, asociado además al incremento de la violencia en el occidente del país, tiene a los organismos de inteligencia en estado de alerta. Según informes preliminares, se cree que Patiño se mueve en la frontera con Ecuador y desde esta región está empeñado en obligar a los Comba a salir de sus refugios. Por esta razón, si se suma la persecución del Estado y la justicia norteamericana, hay quienes creen que los hermanos Calle están tratando de negociar su entrega.
Más allá de la reedición de la violencia entre bandas criminales en el Valle o Nariño, se advierte la historia de uno de los capos más poderosos de la historia del narcotráfico en Colombia. Nacido en Honda (Tolima) en enero de 1959, a sus 18 años ingresó a la Policía en calidad de agente auxiliar, pero a partir de 1979 pasó a integrar el F2 de inteligencia en el puerto de Buenaventura. Quienes han documentado su derrotero criminal sostienen que fue uno de los más avezados policías en esta zona, hasta que decidió retirarse en 1985 para emprender dos destinos: primero, como representante de orquestas, y luego, como socio del narcotráfico.
Como conocía muy bien los secretos del puerto sobre el Pacífico, entró a trabajar inicialmente con José Santacruz Londoño, alias }, pero rápidamente se unió a dos de los capos del norte del Valle: Iván Urdinola y Orlando Henao. Con ellos se transformó en la pieza clave para coordinar los embarques de cocaína hacia Estados Unidos y Europa, al tiempo que cumplió labores como gestor de una red de sicarios para eliminar enemigos de su negocio e investigadores de la Armada que se atrevieron a indagar sus pasos. Asimismo, apareció involucrado en montajes contra oficiales de inteligencia, para desacreditar sus investigaciones.
Después de casi una década de impunidad, cuando se desató la ofensiva del Estado contra los carteles de Cali y norte del Valle, a mediados de los 90, Patiño Fómeque se entregó a la justicia en junio de 1995 y en poco más de dos años pagó condenas por narcotráfico y enriquecimiento ilícito. Al recobrar su libertad volvió a sus andanzas, fue detenido y extraditado a Estados Unidos en 2002. Sus delaciones provocaron la ira del nuevo capo Wílber Varela, alias Jabón, otrora jefe de sicarios de Orlando Henao. Y Jabón, a través de sus gatilleros Los Comba, ordenó aniquilar a la familia de Patiño. Más de 30 cayeron.
En junio de 2010, Víctor Patiño Fómeque cumplió sus deudas con la justicia de EE.UU. y al regresar a Colombia decidió poner en marcha su guerra pendiente. Buscó a un antiguo aliado, Martín Fernando Barón, alias Martín Bala. Éste a su vez empezó a reclutar exparamilitares o integrantes de la banda de ‘Los Urabeños’. El resultado fue el reciclaje de la guerra entre los antiguos socios del cartel del norte del Valle. “La cifra de muertes ha aumentado dramáticamente. Esta es una guerra silenciosa que no acapara titulares de prensa, pero creemos que entre bando y bando se pueden contar unos 500 muertos”, comentó a El Espectador un oficial de inteligencia.
La idea de Patiño es que todo aquel que proteja o se haya asociado con Los Comba es objetivo militar. Según las autoridades, uno de los centros de operaciones del binomio Patiño-Martín Bala, es el municipio de Yumbo (Valle). Pero la obsesión de Patiño es de tales dimensiones que se ha dado a la tarea de crear comandos en diferentes regiones. Su propósito es borrar todo lo que quede de ‘Los Rastrojos’. Y se dice que la orden de asesinato es extensiva hasta las esposas de quienes se atrevan a colaborar con los últimos herederos del cartel del norte del Valle. La justicia está pendiente de eventuales entregas.
Hoy las autoridades saben que Patiño ha logrado recuperar varias fincas, que anda armado, que lidera unos 1.000 hombres, “que no hay nada que pase en Yumbo que él no sepa” y que la guerra se recrudece cada día. Hace pocas semanas un escolta de Patiño, alias Pillo, fue torturado y asesinado por gente de Los Comba. Fue uno de los últimos en caer en esta guerra fratricida. La orden de Patiño Fómeque, conocido con el alias de El Químico, fue arreciar la violencia en el Valle. Las autoridades les siguen la pista a los hombres de Los Comba y de Patiño. La guerra, dice un oficial, se va a poner peor.
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