La finca Campo Pequeño, que un día fue sitio de descanso del matador, hoy es un museo.
Después de 21 años de su muerte, el recuerdo de Pepe Cáceres, el torero tolimense adorado por el mundo, sigue intacto en la hacienda Campo Pequeño, ubicada en el Cañón de Anaime (Cajamarca, Tolima).
Quienes lo conocieron dicen que pocos días antes de recibir las heridas que le causó el toro Monín, en la plaza de toros de Sogamoso, y que significaron su muerte, Cáceres había anunciado que su carrera pronto terminaría, se dedicaría a su familia y a la ganadería en Campo Pequeño, una finca copiada de un cortijo español, donde el diestro crió los toros que hasta hace 21 años animaron las temporadas en Bogotá, Cali, Manizales y Medellín.
Era el sitio predilecto de Cáceres. Allí iba a descansar después de arduas y agotadoras temporadas. Tras su trágica desaparición, la hermosa casona fue abandonada por los familiares del diestro, hasta el año 2000, cuando la adquirió Jaime Cáceres, un abogado tolimense que se interesó por su recuperación. “Cuando la compré estaba deteriorada, empolvada, carcomida por la polilla e invadida por la maleza”, recuerda Jaime. Comenzó una ardua labor: sacudir el polvo, quitar las telarañas, barrer hasta el último rincón, restablecer el lugar y desenterrar a Pepe Cáceres a través de sus pertenencias y las huellas que seguramente todavía permanecían en el lugar.
Aunque no es amante de los toros ni familiar del torero, este tolimense decidió rendirle un homenaje al Tolima, a Colombia y al mismo matador, reviviendo los recuerdos que se encontraban desamparados dentro de la casona y compartiéndolos con los seguidores del diestro. “Dejé todo como estaba porque creo que los aficionados a la tauromaquia y quienes admiraron a Pepe Cáceres merecen conocer de cerca, tocar, jugar con el capote y hasta ponerse el traje de luces de Pepe para fotografiarse”, dice el abogado.
Sólo hace unos meses se comenzaron a recibir los primeros visitantes, amantes de lo que representó el matador, pero el objetivo de Jaime Cáceres es abrir el museo para que el público pueda concurrir de manera permanente.
Los visitantes pueden evocar la memoria de Pepe, conociendo de cerca desde su partida de nacimiento hasta su acta de defunción; su traje de luces, que se sostiene impecable en un perchero, la espada que utilizó para matar a los toros y las cabezas de algunos de estos animales.
Su cama, su camándula, que cuelga sobre la cabecera; los muebles, la vajilla con su marca personal, pergaminos y fotos como la del día que recibió la alternativa en Madrid y la de la inauguración de la plaza de toros Pepe Cáceres en Ibagué y la del día cuando fue corneado hacen parte de la muestra.
Dentro de las 340 hectáreas de tierra de la casona, Pepe Cáceres construyó la plaza de toros donde los visitantes se deleitan con pequeñas corridas, protagonizadas por toreros principiantes o experimentados que hacen demostraciones categóricas ante poco público.
La finca ya hace parte de la ruta turística que diseñó la Cooperativa Agroindustrial y Turística de Anaime para recuperar la zona. Para llegar al museo se va desde Ibagué sobre la vía Panamericana hasta Cajamarca y de allí, pasando por el corregimiento de Anaime y la vereda Potosí, una hora por carretera destapada. Durante el recorrido se puede apreciar el verdor de las montañas, la imponente palma de cera y se puede gozar de tranquilidad y un clima fresco.
Pepe Cáceres
José Humberto Eslava, nombre auténtico del torero colombiano Pepe Cáceres, lidió más de 5.000 toros en sus 31 años como matador. Nació en Honda, norte del Tolima, el 16 de marzo de 1935, y vistió por primera vez el traje de luces el 12 de agosto de 1953 en la plaza de toros de Manizales.
Empezó su vida de torero con el nombre artístico de Joselito Eslava, llegó a España en 1955 y debutó en la plaza de toros de Málaga. Confirmó la alternativa en la plaza de toros de Madrid el 1 de mayo de 1957, acompañando en el cartel a Antonio Chenel Antoñete.
Murió el domingo 20 de julio de 1987 a sus 52 años de edad, como consecuencia de las heridas que le causó el toro Monín, después de recibir una cornada que le destrozó un pulmón y le causó fracturas múltiples de esternón y costillas, además de otras graves lesiones internas. Los médicos que le atendieron explicaron que la insuficiencia respiratoria del diestro fue irreversible.
Pepe Cáceres murió en la clínica Santa Fe de Bogotá, tras una agonía de 27 días y después de varias intervenciones quirúrgicas y toda la asistencia de la unidad de cuidados intensivos.
Después de una segunda intervención quirúrgica en Bogotá, tras una primera practicada en Sogamoso, Cáceres despertó, pidió papel y lápiz, dado que no podía hablar, y preguntó: “¿Maté al toro? ¿Me dieron las orejas? ¿Ya pagaron a las cuadrillas?”. El miembro de la cuadrilla al que hizo estas preguntas le respondió afirmativamente, aunque Cáceres no llegó a matar al toro. La faena con Monín, segundo de la tarde, tuvo que ser terminada por el español Antonio José Galán, con grandes dificultades. Posteriormente, Galán afirmó que el toro ya había sido toreado.
Por: Olga Lucía Garzón Roa/ Ibagué.
Tomado de:
http://www.elespectador.com/impreso/nacional/articuloimpreso-homenaje-pepe-caceres
No hay comentarios:
Publicar un comentario